sábado, 21 de noviembre de 2009

Sea Wolf - Folk barroco blanco, muy blanco





Alex Brown Church ha tomado notas concienzudamente y las ha sabido aplicar con maestría. Él comanda su banda Sea Wolf, los cuales el 22 de Septiembre publicaron “White water, white bloom”, la reválida a su debut que no esperaban ni los más optimistas.

Consiguen ir más allá de lo que fueron con “Leaves in the river”, que les situó por méritos propios en la misma liga que Fleet Foxes, Band of Horses o Bright Eyes.

Producido por Mike Mogis (Bright Eyes, Monsters of Folk o M. Ward) en la ciudad de Omaha, con este disco Sea Wolf sorprenden a propios y extraños por diversos factores.

Mayor profundidad lírica, cuidada selección de palabras y expresiones, complejidad en los mensajes, un halo dramático en cada minuto… todo para exquisitamente decorar de puro barroquismo unas canciones en su génesis como piezas folk. Las expectativas eran altas y presentar un producto mejor no era lo que los seguidores de Sea Wolf concebían. Esperábamos algo de similar concepción pero Church tenía muy claro como vestir sus composiciones en esta ocasión, quería quitarse las etiquetas de su primer intento y empezar virginalmente de nuevo, como hace referencia el título del disco.



En "Wicked blood", el arreglo sonoro con el que da comienzo el disco ya nos recuerda a Arcade Fire. La melodía es más sencilla y cándida que lo que nos podrían ofrecer los canadienses. El piano que golpea sus notas como los segundos de un reloj lleva el peso de la canción, pero el sonido como conjunto que han logrado elucubrar es menos aparente de lo que a primera escucha aparece. La gama de instrumentos aquí usada es impresionante, aunque todos con una relación de siglos pasados. Violines, clavicordios, chelos, arpas, acordeones, flautas… incluso alguna castañuela podemos descubrir en estas maravillosas diez canciones. En las notas del CD leemos hasta 20 diferentes instrumentos.

“Turn the dirty over”, el tema del que más orgulloso se siente su autor, contiene arreglos que a mí personalmente me recuerdan a los que Paul Fox confeccionó para 10,000 Maniacs en “Our time in Eden”. Su audicción es éxtasis para el sentido, atentamente escuchar cómo aparecen los instrumentos en orden es casi un juego.



El barroquismo que hemos mencionado tiene sus máximos exponentes en la inaugural “Wicked blood” y en la fascinante “The traitor” que es, con diferencia, el mejor tema del disco. Su vena más indie explota en la accesible “Dew in the grass”, tan agradable en todos los aspectos que es imposible encontrarla defectos. Tenemos piezas acústicas ensoñadoras entregadas como bellos cuentos: “Orion & Dog” o “The orchard” y luego algo más potente para dar color, pero sin sonar estridente o fuera de lugar, como es “O Maria”. “Spirit horse” apesta a himno y clásico. “White water, white bloom” quizás prometía más como honorable portadora del título del disco, y finalmente no consigue destacar sobre las demás, así como la conclusión que le han querido dar, “Winter’s heir”, que se deja escuchar pero carece de suficiente atractivo. Sobre todo viniendo después del huracán “The traitor”, que eleva la obra a sobresaliente por sí sola. Por lo que quizás una pieza más emblemática como broche hubiera finiquitado mejor un disco de diez, pero nos sentimos algo decepcionados después de un desarrollo tan intrigante, no es el final de la película que nos esperábamos viniendo de algo tan inspirado y etéreo.

No obstante, el viaje ha merecido la pena, se ha disfrutado en su mayor parte del tiempo aunque la última parada no ha sido el colofón que se requería.

“White water, white bloom” es una experiencia auditiva que deja buen gusto en el paladar, un disco tan complaciente y agradable como pudo ser el debut de Fleet Foxes. Si el mundo se rigiera por la lógica, este disco debería divulgar definitivamente a la banda.
Apuntad el nombre: Sea Wolf.

Lo mejor: The Traitor, Turn the tide over
Lo peor: Winter’s heir

Valoración: 9


El mejor tema: The traitor

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