martes, 26 de julio de 2011

Jane Siberry - Pidiendo ayuda a los ángeles



Mencionar a Jane Siberry a muchos les dejará igual, sin pestañear una sola vez. Esta cantante con una prodigiosa voz nació en Canadá hace ya 55 años y de toda su obra se conocen algunas piezas muy concretas, pero no hay discos multivendedores, apariciones en los medios o grandes críticas que la encumbran.

Siberry prefiere mantenerse escondidita en un lado, dejando que sus canciones intimistas y volátiles no pierdan la magia con la que fueron concebidas.

Si su más famosa canción, "Calling all angels", que comienza con la narración de un rosario y prosigue con súplicas, lamentos y cuestiones existenciales, todo en un halo muy espiritual, no se ha hecho más famosa y la ha convertido en una grande, es porque Jane se debe sentir más prolíficamente creadora desde la oscuridad.

No valió que fuera la canción que usaron en "Cadena de favores" en la maravillosa escena final o que protagonistas de "A dos metros bajo tierra" la entonaran como si fuera una oración.

Siberry no escribe salmos, sino que escarba constantemente en la salvación que acumulamos con el amor, que incesamente implora que aparezca.
Su voz tiene matices de una cristalina Kate Bush, de una Sarah Mclachlan capaz de cambiar cuatro tonos en una solo sílaba, a Joni Mitchell entre libros sagrados o Alison Krauss sin texmex.

En "When I was a boy", publicado en 1993, y el cual yo conseguí por la famosita canción, se suceden extensísimas canciones que se apostillan entre la música espiritual y el new age, y quizás por eso no nos sorprende ver en los créditos de producción a Brian Eno, el cual le dejó esa pequeña maravilla llamada "Sail across the water", donde la voz de Jane navega como si fueran las sirenas más hermosas las que trazaran el texto.



"Calling all angels" es otra hipnótica composición a dúo con otra gran voz, K.D. Lang, la cual te permite estar más cerca del cielo, siempre que uno crea que el que te va a aupar puede estar relacionado con la Iglesia. Y sin creer, uno nota que los pelos se ponen de punta. Esta canción empieza como si la hubieran abandonado en un desierto por la noche, las guitarras son ecos en la lejanía, el piano susurra como lobos. Esa desesperación que podría suceder en una situación es la que te provoca sucumbir a los ángeles, dejarse llevar por su poder, implorar su presencia. Que no nos dejen solos, que no sabemos qué nos deparará todo esto.



Os dejo la emotiva escena de "A dos metros bajo tierra" en donde sale:




Y el final de "Cadena de favores", si pensáis ver la película no es muy recomendable que le dáis al play:

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