domingo, 3 de junio de 2012

Coldplay y su princesa de China



Me imagino a Brian Eno en el estudio de grabación: "Yo puedo conseguir que la chatarra se convierta en oro, dadme una canción vulgar y yo haré que suene espectacular". Bueno, eso es lo que se debe creer capaz de hacer, porque por más vestiduras y capas que se le ponga a "Princess of China" y por más "ooohh" marca de la factoría Coldplay que haya, este tema es de lo más insustancial que uno pueda escuchar.

Y cómo no, para un sobreproducidísimo tema se tenía que grabar un costosísimo video en donde no faltaran varios efectos visuales, una fotografía de calidad y una escenografía de las que quitan el hipo, todo en una ambientación oriental que de por sí supone que en ese mercado tengan el éxito asegurado. Pues nada, ni con todas esas nos entra la princesa de China, no nos la cuelan.

Ni por mucha Rihanna que colabore (y que gracias a ella la canción se salva un poco), en un acto que ya les otorgó más de una crítica entre aquellos seguidores que, ilusos ellos, siguen viendo a Coldplay como una banda de ínfulas independientes. La banda de Chris Martin ya hace tiempo (desde que Eno les produce) que se creyeron que podrían ser los más grandes del planeta y en ese intento de agradar al mayor público que se pueda, han perdido parte de su identidad hasta convertirles en los representantes por excelencia de la globalización en la música, donde todos cabemos. Artimaña ésta que les funcionó muy bien en "Viva la vida" y que en sus esfuerzos de revalidar título, llenos de ambición y poder, han comprobado en sus propias carnes la presión que conlleva querer ser los mejores.

"Mylo xyloto"
no cumplió las expectativas en general ni de público ni de crítica. Ninguno de sus cortes pasará a ser recordado como básico en la discografía de Coldplay porque la sensación general que deja el disco es de descompensación. Que si por un lado tenemos "Charlie Brown" o "Paradise" que, siendo benevolentes, no suenan del todo mal, cuesta mucho imaginárselos en un Grandes Éxitos al lado de piezas sublimes como "The scientist" o "Clocks".

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